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La memoria, el recuerdo, es uno de los mecanismos que considero más difíciles de entender. ¿Cómo es que tomamos algo que puede ser completamente ajeno y lo hacemos nuestro, tan íntimo? Y a la vez, ¿cómo arrojamos al olvido con desgarro algo que estaba tan unido a nuestro ser?... Y lo más extraño ¿puede existir la memoria sin quien recuerde?

Hay casos bizarrísimos. Una vez vi un documental sobre gente que juraba haber estado en campos de concentración durante la Segunda Guerra, algo que hubiese sido imposible pues ni siquiera habían nacido. Y no eran mentiras, expertos habían analizado hasta lo más recóndito de sus mentes y realmente creían que habían vivido atrocidades innombrables por las cuales hasta el día de hoy mostraban traumas severos. O el caso de la gente que parece recordar "vidas pasadas" con exactitud intrigante... ¿Fue realmente esa vida suya alguna vez, o la tomó de algún lado y, por así decirlo, "se apropió de ella"?

Vagando por ahí me encontré con un fragmento de lo más interesante:

La memoria no es una facultad que tenga por meta lo cierto; la memoria es una función desigual y engañosa que lleva a cabo operaciones muy poco fiables, incluso contrarias a la verdad; la memoria es relato, una narración en la que se encajan y en la que se hacen congruentes hechos, circunstancias, episodios; pero la memoria es sobre todo un sentido de las cosas, el significado que otorgamos a lo que recordamos


La memoria es un relato. La memoria es el significado que damos al recuerdo. Y como sabemos, los signos y su significado tienen muchísimas aristas.

Es extraño como ciertos hechos me causan un malestar o goce siendo que no los he vivido. Por ejemplo, cuando me nombran la Inquisición, siento más ansias de retorcer cuellos que en muchas ocasiones de mi vida diaria, como si sintiera las llamas lamiéndome los pies. ¿Por qué? Ni idea. No responderé que es porque se cometieron injusticias y atrocidades, eso es evidente para todos, pero por qué esa sensación en el estómago...

Los humanos somos empáticos, a no ser de que seamos psicópatas. Eso es una ventaja como un problema en este caso. La empatía nos acerca al suceso, pero nos aleja de la realidad. Como veíamos en la película Hiroshima Mon Amour, ella ni siquiera es japonesa y parece estar conmocionada por los bombardeos, y él, familiar directo de afectados, es decir, alguien que "casi" vivió la tragedia, la empuja hacia afuera, rechaza esa insistencia. Ella quiere empatizar, el sólo quiere arrancar el hecho de su memoria. Mientras veía la película, recordé una frase del libro que cité en un post anterior, Océano Mar, donde una chiquilla enfermiza hace el amor con un hombre atormentado por un recuerdo horrible, "porque el mundo es una herida y alguien la está cosiendo en esos cuerpos que se mezclan".

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